Introducción
A diario te enfrentas a desafíos que van de lo trivial —“¿quiero otra taza de café?”— a lo trascendente —“¿será esta la persona correcta para contratar?”. Sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre cómo abordamos estos problemas. Comprender la verdadera naturaleza de cada desafío es clave para elegir el método de resolución más eficaz y creativo. En esta unidad aprenderás a:
- Clasificar los problemas según su complejidad: fáciles de resolver versus complejos.
- Aplicar el pensamiento crítico para diagnosticar y evaluar situaciones.
- Integrar creatividad y análisis riguroso para diseñar soluciones efectivas.
Desarrollo del tema
¿Problemas fáciles de resolver o problemas complejos?
La palabra “problema” abarca tanto tareas simples como situaciones enrevesadas. A menudo cuesta separar el problema de su contexto o reconocer que un inconveniente menor puede ser síntoma de un reto mayor.
Keith Grint (2008) define los problemas fáciles de resolver como aquellos semejantes a acertijos conocidos: requieren pasos claros y presentan “solo un grado limitado de incertidumbre”
(Grint, 2008, p. 12). Por el contrario, los problemas complejos (Rittel, 1972; Mason & Mitroff, 1981) son inciertos, interconectados y ambiguos; actuar sin un entendimiento profundo puede desencadenar consecuencias inesperadas y nuevos retos.
Antes de diseñar soluciones, dedica tiempo a entender en qué categoría encaja tu desafío:
Tabla 1
Comparativa entre problemas fáciles de resolver y problemas complejos
Dimensión | Fáciles de resolver | Complejos |
Incertidumbre | Baja; las causas y efectos son previsibles. | Alta; causas difusas y efectos interconectados. |
Experiencia previa | Suele existir metodología aplicada con éxito. | Requiere investigación y adaptación continua. |
Delimitación | Clara; el problema puede aislarse del contexto. | Difusa; está fusionado con factores externos. |
Consecuencias de errar | Correcciones rápidas y de bajo impacto. | Pueden generar nuevos problemas o agravar la situación. |
Colaboración necesaria | Especialistas puntuales. | Diversos actores y comunicación constante. |
Identificar correctamente tu tipo de problema te permite elegir entre un proceso estructurado —ideal para lo predecible— o un enfoque ágil y colaborativo, fundamental ante lo incierto.
Figura 1
Mapa conceptual de tipos de problemas

El poder del pensamiento crítico
El pensamiento crítico es “la habilidad de analizar y evaluar situaciones de manera reflexiva y recomendar cursos de acción que consideren a las partes interesadas, sus implicaciones y consecuencias” (Eggers et al., 2017, p. 266).
Pensar críticamente implica abordar un tema, contenido o dificultad con un enfoque diagnóstico: identificar oportunidades, desarrollar, probar e implementar soluciones adecuadas. Hay que desafiar suposiciones tomadas por ciertas y formular preguntas profundas —sin garantía de respuestas simples— como:
- ¿Cuál es el problema?
- ¿Dónde está la oportunidad?
- ¿Por qué no se ha hecho nada hasta ahora?
- ¿Qué debería hacerse?
Identificar el asunto sobre el que pensar críticamente puede requerir creatividad. También exige atreverse a abordar un tema de forma distinta, y —muy importante— pensar por uno mismo. Esto conlleva cuestionar ideas y creencias arraigadas, incluso si otros las consideran prácticamente intocables. Asimismo, supone contrastar argumentos desde múltiples perspectivas, aunque no coincidan con tu intuición.
Desafiar el statu quo ayuda a los pensadores críticos a descubrir formas más eficaces de hacer las cosas. El Informe sobre el futuro del empleo del Foro Económico Mundial (WEF, 2016) destaca el pensamiento crítico como la habilidad clave del mañana, idea reforzada por Hess (2017):
Muchos expertos creen que, incluso en la era de la IA, hará falta la capacidad humana de pensamiento crítico, creativo y colaborativo, además de un alto grado de compromiso emocional, para satisfacer necesidades auténticamente humanas. El reto es superar nuestras tendencias innatas —buscadores de confirmación y razonadores defensivos— para llevar al máximo nuestras habilidades de pensamiento, escucha, relación y trabajo conjunto.
Pensamiento creativo y pensamiento crítico
Algunos autores sostienen que el pensamiento crítico estimula la creatividad (Eggers et al., 2017), pero otros insisten en que son fenómenos distintos que comparten el énfasis en la toma de decisiones (Wechsler et al., 2018). Paul y Elder (2006) argumentan:
“Para quienes no están entrenados, el pensamiento creativo y el crítico parecen opuestos: el primero irracional o inconsciente, el segundo racional y consciente; el primero indirigible e intransferible, el segundo enseñable y directable…
La creatividad domina el proceso de generación, la crítica el de evaluación. Sin embargo, ‘creativo’ implica siempre un componente crítico (p. ej., mostrar inventiva intelectual). La mente, al pensar con calidad, debe producir y juzgar simultáneamente. En resumen, un pensamiento sólido exige imaginación y rigurosidad intelectual.”
Concluyen que ambos tipos de pensamiento están intrínsecamente vinculados:
“El pensamiento crítico sin creatividad degenera en mero escepticismo, y la creatividad sin crítica en simple novedad” (2006, p. 35).
Para que las ideas fructifiquen, quienes las generan deben también dedicarse a encontrar problemas —“una actividad de pensamiento que utiliza contextos y experiencia para plantear nuevas preguntas” (Jia et al., 2017, p. 86)— y luego evaluarlas con rigor. Además, la presión del tiempo puede dificultar esta labor: Sostrin (2017) advierte que la urgencia desmedida lleva a decisiones cortoplacistas o a soluciones superficiales que ignoran causas profundas y pueden generar daños colaterales
Figura 2
Componentes del pensamiento crítico

Conclusiones
Enfrentar un problema con efectividad comienza por reconocer su verdadera naturaleza: saber si se trata de un desafío fácil de resolver o de un problema complejo, enmarañado en su contexto y con consecuencias imprevisibles. Al clasificar correctamente el reto, podrás decidir si aplicar un enfoque estructurado y metodológico—adecuado para lo predecible—o un método ágil, colaborativo y exploratorio, imprescindible ante la incertidumbre.
El pensamiento crítico, entendido como un proceso reflexivo de diagnóstico, cuestionamiento de supuestos y evaluación de alternativas, complementa la creatividad al garantizar que las ideas no solo sean originales, sino también viables y ajustadas a las necesidades reales. La combinación de ambos—generar posibilidades divergentes y evaluarlas de forma convergente—define un ciclo iterativo que optimiza tanto la generación de soluciones como su implementación exitosa.
Bibliografía
Eggers, F., Lovelace, K. J. & Kraft, F. (2017). “Predicting real-world outcomes: Critical thinking ability is a better predictor of life decisions than intelligence”, Thinking Skills and Creativity, 25, pp. 38–46.
Grint, K. (2008). Wicked Problems and Clumsy Solutions, p. 12.
Hess, E. (2017). “In the AI Age, ‘Being Smart’ Will Mean Something Completely Different”, Harvard Business Review, 19 June.
Rittel, H. (1972). “On the Planning Crisis: Systems Analysis of the ‘First and Second Generations’”, Bedriftsøkonomen, 8, pp. 390–396.
Mason, R. O. & Mitroff, I. I. (1981). Challenging Strategic Planning Assumptions.