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Lección 3. El ciclo del aprendizaje: de la experiencia a la comprensión

    Aprender no es un evento puntual, sino un proceso. Es como un ciclo que se repite cada vez que nos enfrentamos a un nuevo reto o situación. Aunque muchas veces lo hacemos de forma inconsciente, identificar las fases del aprendizaje nos permite optimizarlo, corregir errores y fortalecer lo que ya funciona.

    Esta lección te presenta el ciclo del aprendizaje, un modelo útil para entender cómo pasamos de una experiencia concreta a una comprensión profunda. Explorarás cómo ocurre el aprendizaje en etapas sucesivas —experimentar, reflexionar, conceptualizar y aplicar—, y cómo puedes intervenir en cada una de ellas para aprender de forma más efectiva.

    Este enfoque es especialmente útil cuando sentimos que aprendemos “a medias” o que no estamos reteniendo ni aplicando lo aprendido. Comprender el ciclo es como tener un mapa: te ayuda a ubicarte, a planear tus pasos y a reconocer dónde podrías mejorar tu forma de aprender.

    El aprendizaje, al igual que muchos procesos humanos, no es lineal sino cíclico. Esto significa que pasa por una serie de etapas que se retroalimentan continuamente. En lugar de “empezar y terminar”, el aprendizaje se transforma, se repite y se profundiza cada vez que volvemos a vivir una experiencia similar con mayor conciencia.

    El Modelo Experiencial de Kolb (1984) es uno de los marcos más sólidos y utilizados para entender este proceso. Kolb propuso que el aprendizaje se produce a través de un ciclo que tiene cuatro etapas interconectadas:

    Figura 10
    Modelo Experiencial de Kolb

    Modelo Experiencial de Kolb

    Este modelo no solo describe cómo aprendemos, sino también cómo podemos mejorar si somos conscientes de cada etapa y no saltamos directamente de una a otra sin reflexionar.

    Un ejemplo simple: aprender a cocinar

    Imagina que intentas preparar una receta por primera vez.

    1. Experiencia concreta: sigues una receta y cocinas un platillo.
    2. Observación reflexiva: notas que quedó demasiado salado y que te costó seguir el orden de los pasos.
    3. Conceptualización abstracta: entiendes que no mediste bien los ingredientes y que deberías organizar todos los pasos antes de empezar.
    4. Experimentación activa: en la siguiente vez, preparas los ingredientes con antelación y ajustas la cantidad de sal. El resultado mejora.

    Este ciclo puede repetirse una y otra vez, cada vez más refinado. Lo importante es que la experiencia no se quede aislada: debe conectarse con la reflexión, el análisis y la acción.

    Cada una de las fases del ciclo del aprendizaje tiene un papel clave. Saltarse alguna puede debilitar el proceso completo. Veamos por qué:

    • Experiencia concreta: aquí es donde todo comienza. Sin experiencias nuevas —un problema que resolver, una tarea que intentar, una situación inesperada— no hay insumo real para el aprendizaje. Es vital salir de la zona de confort y atreverse a actuar, incluso si no se tiene toda la información.
    • Observación reflexiva: muchas personas viven experiencias, pero no aprenden de ellas porque no se detienen a pensar. La reflexión es el puente entre lo que ocurre y lo que comprendemos. Preguntas como: ¿Qué pasó? ¿Cómo me sentí? ¿Qué funcionó o no? son esenciales para transformar lo vivido en conocimiento.
    • Conceptualización abstracta: aquí se organiza lo observado en ideas, principios, reglas o modelos. Se trata de responder: ¿Qué aprendí de esto? ¿Qué puedo concluir? ¿Qué explica lo que pasó? Esta fase es donde el conocimiento se conecta con teorías, lecturas o conceptos más generales.
    • Experimentación activa: esta es la fase del compromiso. Lo aprendido se pone a prueba en una nueva acción. Si la acción da resultados diferentes, el ciclo se renueva. Esta es la base del aprendizaje continuo y del crecimiento personal y profesional.

    ¿Qué pasa si una fase falla?

    Imagina que vives una experiencia, pero no reflexionas sobre ella. O que reflexionas, pero no aplicas nada nuevo. O que aplicas sin entender por qué. Cada una de esas situaciones puede llevar a un aprendizaje incompleto o poco profundo. Por eso, entender el ciclo no es un ejercicio teórico, sino una herramienta de mejora continua.

    Ejercicio reflexivo: piensa en una situación reciente de tu vida en la que aprendiste algo valioso. ¿Puedes identificar las cuatro fases? ¿Saltaste alguna? ¿Qué hubieras hecho diferente?

    El ciclo de aprendizaje de Kolb no está limitado a entornos escolares o formales. Puedes aplicarlo en cualquier situación: resolver conflictos personales, mejorar tus hábitos, enfrentar un nuevo reto laboral, o aprender una habilidad como tocar un instrumento o usar una herramienta digital. Por ejemplo, si estás aprendiendo a hablar en público:

    • Experiencia concreta: das una presentación ante un grupo.
    • Reflexión: notas tus nervios, las reacciones del público, lo que salió bien y mal.
    • Conceptualización: lees sobre técnicas de oratoria, identificas patrones en tus errores.
    • Experimentación: practicas nuevas técnicas en una próxima charla.

    Figura 11
    Es posible aplicar el ciclo de Kolb en diferentes ámbitos de tu vida

    Es posible aplicar el ciclo de Kolb en diferentes ámbitos de tu vida

    Este enfoque transforma cualquier momento en una oportunidad de aprendizaje estructurado, si estás dispuesto a observar y ajustar.

    Un ciclo, muchas rutas

    Aunque el ciclo de Kolb tiene un orden lógico, no siempre comenzamos en la fase uno. A veces primero pensamos, otras veces actuamos sin planificar y luego entendemos qué pasó. Lo importante es recorrer todas las fases, aunque no sea en orden estricto.

    Además, el ciclo es infinito: cada vez que aplicas lo aprendido, generas nuevas experiencias que reinician el proceso. Así, el aprendizaje se convierte en una espiral ascendente: cada vuelta te deja en un nivel de comprensión más profundo.

    Aprender como hábito de vida

    Adoptar el ciclo del aprendizaje como una herramienta cotidiana implica vivir con una actitud activa, reflexiva y flexible. No se trata de que todo sea perfecto, sino de desarrollar una mentalidad de mejora continua. Cuando lo haces, incluso los errores se vuelven valiosos.

    Como afirma Donald Schön (1983), el profesional reflexivo no solo actúa, sino que piensa sobre su acción mientras la ejecuta y después de hacerlo. Esa capacidad —reflexionar sobre la experiencia para aprender de ella— es uno de los pilares del aprendizaje profundo.

    El ciclo del aprendizaje es una herramienta poderosa para entender cómo aprendemos y cómo podemos aprender mejor. Nos recuerda que la experiencia, por sí sola, no basta: necesitamos reflexionar, conceptualizar y actuar para transformar lo vivido en conocimiento útil.

    Esta estructura no es una fórmula rígida, sino una guía flexible que puedes aplicar en cualquier ámbito de tu vida. Cuando aprendes a usarla, dejas de ser un receptor pasivo y te conviertes en un protagonista de tu aprendizaje.

    Al cerrar esta lección, llevas contigo una brújula: un modelo que puedes adaptar, personalizar y aplicar una y otra vez. Porque aprender, al fin y al cabo, es un viaje circular que nunca se detiene.

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